RT 85

 


Capítulo 85: ¿Quién es malvado?

Correcto o incorrecto, verdadero o falso.

 

Los discípulos encargados de la guardia nocturna vieron regresar a Xiao Lan. Solo inclinaron la cabeza en señal de respeto, sin preguntar a dónde había ido. Aunque estaba prohibido salir en secreto a medianoche, esa norma claramente no aplicaba al joven maestro Xiao. 

 

En esta ocasión, con el regreso de Xiao Lan, toda la Tumba Mingyue había recibido órdenes de la tía: respecto a sus acciones, todos debían hacerse los desentendidos. Incluso si quería subir al cielo a recoger estrellas, bastaba con ayudarle a poner escaleras y bancos, sin hacer preguntas. 

 

Ahun ya se lo había contado en secreto, con tono orgulloso: la tía cada vez lo valoraba más, y Black Spider debía estar furioso. Xiao Lan solo sonrió, sin añadir nada. Pero en su interior sabía que cuanto más lo mimara la tía, más imprevisibles serían los problemas y peligros al regresar a la tumba. 

 

No obstante, no había nada que temer. Sabía lo que hacía. Antes se había perdido, pero ahora estaba más lúcido. El camino futuro quizá sería difícil, pero al final estaría lleno de luz: un patio con agua corriente, bambú verde frente a la casa, el hogar que Lu Zhui siempre había soñado, solo para los dos. 

 

Xiao Lan volvió a su habitación y exhaló profundamente. 

 

Desde que aquella memoria había emergido, valoraba cada noche oscura. Sentía que al cerrar los ojos podía recordar más cosas. Y aunque no recordara nada nuevo, podía repasar lo ya vivido y hallar detalles preciosos: una palabra más, una mirada más de su amado, iluminando los rincones más suaves como sol y manantial. 

 

Aunque separados por la distancia, al menos compartían el mismo cielo estrellado, brillante y sereno. 

 

Lu Zhui estaba en la galería mirando el río de estrellas, intentando despejar su mente. 

 

—Si estás cansado, vuelve a dormir —dijo Ye Jin. 

 

Lu Zhui negó con la cabeza y miró hacia la habitación. 

 

La luz de las velas era tenue, iluminando a los presentes sentados en círculo. Qiu Zifeng y Qiu Zixi, desde que entraron, no habían dicho palabra, cada uno con el rostro sombrío en su silla. Al principio Ah Liu estaba nervioso, pero luego solo quería bostezar: parecía que competían por ver quién lograba fulminar al otro con la mirada. 

 

—Si los dos jóvenes maestros tienen algo que decir, háganlo claro —dijo Lu Wuming—. De otro modo, los malentendidos solo crecerán. 

 

—¿Malentendidos? —Qiu Zixi, aunque más calmado, aún tenía los ojos enrojecidos. Apretó los dientes—. En esta villa no hay malentendidos, lo que hay son fantasmas. 

 

—¿Guardaste esas palabras durante años y ahora por fin las dices? —sonrió con frialdad Qiu Zifeng—. ¿Viste a madre y a hermano mayor sufrir uno tras otro, y temes que el siguiente seas tú? 

 

—¿Y acaso no es así? —replicó Qiu Zixi. 

 

Qiu Zifeng no le respondió, sino que miró a Lu Zhui: 

—¿Qué opina el joven maestro Lu? 

 

Ah Liu pensó sin entender: «¿Qué tiene que ver mi padre en esto?»

 

—¿Son asuntos de familia y preguntas al joven maestro Lu? —dijo Qiu Zixi. 

 

—El observador ve más claro —replicó Qiu Zifeng—. Madre es meticulosa, hermano mayor despreocupado, y el tercero, aunque parece inocente, oculta cosas y engaña. Si el joven maestro Lu estuviera en mi lugar y quisiera disputar la herencia, ¿a quién eliminaría primero? 

 

—¡CALUMNIAS! —gritó Qiu Zixi furioso—. ¡QIU ZIFENG, DIFAMAS CON TU BOCA! 

 

—¿Por qué te alteras? —sonrió Qiu Zifeng—. Ya que madre invitó al señor Lu y su familia, que sean mediadores. Así sabremos quién miente y de paso limpiamos de una vez toda la suciedad de esta villa. 

 

Ah Liu, de pronto, se sintió con gran responsabilidad y se puso solemne. 

 

Ye Jin: “…” 

 

Lu Zhui se envolvió más en su capa, intentando resistir el frío cada vez más denso en la habitación. 

 

Ah Liu lo notó y apremió: 

—¿Quién empieza? Que los dos jóvenes maestros hablen pronto, así mi padre podrá ir a descansar. Si enferma y se debilita más, ¿qué haremos si madre se marcha? 

 

—¿Quién en la villa no sabe que fuiste tú quien primero llevó al joven maestro Lu al estudio? —dijo Qiu Zixi—. Nadie sabe qué dijiste a sus espaldas, y ahora finges estar tranquilo. 

 

Qiu Zifeng soltó una carcajada: 

—¿Quieres decir que consideras al joven maestro Lu un novato ingenuo, que creerá más al primero que hable? 

 

Qiu Zixi: “…” 

 

—Yo no lo veo así —dijo Qiu Zifeng, ignorando el rostro enrojecido de su hermano y continuando con calma—. El joven maestro Lu es un hombre de gran rectitud, naturalmente deseo su amistad. Ya que ha venido como invitado a nuestra casa, no solo hablar medio día en el estudio, incluso diez días o medio mes sería un honor. En este Jianghu hay tantas historias extrañas que nunca bastan, ¿y tú piensas que lo retuve para hablar mal de ti? 

 

Qiu Zixi quedó sin palabras, acorralado por aquella respuesta, y se hundió en el silencio. Con gesto airado, se dejó caer en la silla y bebió té. 

 

Ah Liu, observando la escena, no pudo evitar pensar que su propia familia era mejor: un padre y un abuelo bondadosos, hermanos francos, y una futura esposa feroz y hermosa, digna de cariño. 

 

La sala permaneció en silencio largo rato, hasta que Qiu Zifeng dijo: 

—Lo que mencionaste antes sobre “utilizar”, ¿qué significa? ¿No piensas explicarlo? 

 

—¿Quién más, aparte de ti, podría haberle puesto el veneno a nuestro hermano mayor? —replicó Qiu Zixi. 

 

Qiu Zifeng negó con la cabeza: 

—Tus palabras carecen de lógica. Aparte de mí, hay miles de personas que pudieron hacerlo. Él pasaba los días en diversiones, ¿quién sabe a quién ofendió? ¿Y eso lo cargas sobre mí? 

 

—Yo… tú… —Qiu Zixi tartamudeó, incapaz de refutar. 

 

—¿Qué pasa conmigo? —preguntó Qiu Zifeng. 

 

—¿Y madre? —dijo Qiu Zixi—. Sabiendo que hermano mayor estaba poseído, ¿por qué no pusiste guardias junto a ella? 

 

—Los puse —respondió Qiu Zifeng con indiferencia—. Fue madre quien los echó, diciendo que molestaban el descanso de hermano. Si no lo crees, mañana cuando despierte puedes preguntarle tú mismo. 

 

Qiu Zixi no pudo responder. Parecía contener su rabia, y si las miradas mataran, Qiu Zifeng estaría hecho pedazos. 

 

—¿Tanto ímpetu y solo esas dos frases? —Qiu Zifeng se levantó, le dio una palmada en el hombro—. Sé que aprecias a nuestro hermano, pero no puedes acusar a cualquiera. Las palabras deben tener pruebas, ¿eh? 

 

Qiu Zixi apartó bruscamente su mano y salió corriendo del salón. 

 

Qiu Zifeng se frotó la frente con fastidio: 

—Mi hermano es impulsivo, les ruego no lo tomen a mal. 

 

Lu Zhui negó con la cabeza: 

—El tercer joven maestro solo se preocupa por la Residencia Fengming. Su arrebato no es falta de respeto. 

 

—Ya casi amanece —dijo Qiu Zifeng—. Acompañaré al joven maestro Lu a su habitación. 

 

—¡No hace falta! —respondieron al unísono Lu Wuming y Ah Liu. 

 

Qiu Zifeng: “…”

 

Lu Wuming tosió dos veces, con gesto severo. Desde la aparición de Xiao Lan, pensaba que todos merecían ser vigilados, incluso las coles del huerto. Ah Liu, por su parte, estaba convencido de que nadie en la villa era de fiar, y debía proteger a su padre con firmeza. 

 

Qiu Zifeng se vio obligado a excusarse: 

—Entonces, descansen. Yo volveré al estudio a revisar las cuentas. 

 

Lu Zhui se despidió. Afuera ya esperaba un palanquín con brasero encendido, ordenado por el tercer joven maestro. 

 

Qiu Zifeng sonrió levemente, observando cómo se marchaban, y luego se retiró solo. 

 

—Otra noche entera sin dormir —suspiró Ye Jin. 

 

—La última vez, la última —dijo Lu Zhui con prudencia—. De ahora en adelante seguiré las prescripciones médicas. Sobre todo, las del médico divino Ye. 

 

—Debes engordar un poco —dijo Ye Jin, arropándolo—. Cuando volvamos a la Mansión del Sol y la Luna, bebe más de las sopas que mi madre* prepare. 

(*se refiere a su suegra)

—¿Son sabrosas? —preguntó Lu Zhui. 

 

—Nutritivas —respondió Ye Jin. 

 

—Entonces no deben ser muy ricas —replicó Lu Zhui. 

 

Pero estaba bien. Al fin y al cabo, era el sabor del cariño de una madre, algo que todos desean. 

 

Después de que Ye Jin se marchara, la habitación quedó en silencio. Lu Zhui se estiró bajo las mantas, primero repasando lo ocurrido durante el día, pero pronto sus pensamientos se desviaron hacia Xiao Lan… preguntándose qué estaría haciendo en ese momento. 

 

Según la situación actual, si lo que Qiu Zixi decía era cierto, en tres o cinco días a lo sumo el asunto de la Residencia Fengming estaría resuelto. Con suerte, quizá incluso encontrarían la Lámpara de Loto Rojo y la Bestia Devoradora de Oro. Entonces podrían ir a la Mansión del Sol y la Luna para eliminar el veneno gu… Lu Zhui sonrió, pensando que tal vez estaba imaginando las cosas demasiado hermosas. Pero luego se dijo que quizá realmente sucedería así: después de tantas dificultades, ya era hora de que todo saliera bien. 

 

El lecho estaba frío, y se acurrucó más, echando de menos el calor de compartir la cama: ardiente y lleno de seguridad. Con él a su lado, ni el canto de las cigarras ni los pasos, ni siquiera los truenos y relámpagos, impedirían dormir dulcemente. 

 

Su cuello estaba caliente, pero no por el veneno, sino por el simple gusto y la añoranza: la intimidad de respirar juntos, los dedos entrelazados, ese lenguaje secreto que solo entienden quienes se aman. 

 

La luz del amanecer ya entraba por la ventana. Lu Zhui se cubrió la cabeza con la manta, fingiendo que aún era de noche, para poder entregarse sin reservas a recordar los momentos de placer y de pasión compartida. 

 

Un golpecito suave en la ventana lo sacó de su ensueño: 

—Joven maestro Lu. 

 

Lu Zhui se tensó, arrancó la manta de golpe. El sueño se desvaneció, dejando solo el retumbar de su corazón. 

 

Un instante después, Qiu Zixi abrió la ventana y saltó dentro con cautela. 

 

Lu Zhui suspiró para sí: aquel joven maestro de los Qiu no tenía ni pizca de cortesía, seguramente estaba demasiado malcriado. 

 

—Joven maestro Lu, ¿no interrumpí tu descanso? —preguntó Qiu Zixi con nerviosismo. 

 

Lu Zhui se incorporó y lo miró. 

 

Qiu Zixi, aún más inseguro: 

—Seguramente sí lo interrumpí. 

 

Lu Zhui sonrió con resignación: 

—¿El tercer joven maestro me busca por algo? 

 

Qiu Zixi asintió: 

—Sí. 

 

—¿Por qué no lo dijiste antes, en el salón? —preguntó Lu Zhui. 

 

—Porque mi segundo hermano estaba allí —respondió Qiu Zixi—. No puedo con él. Pero debes creerme: el veneno gu de mi hermano mayor… ¡fue él quien lo puso! Lo vi con mis propios ojos. 

 

—No te apresures, tercer joven maestro. Cuéntalo despacio —dijo Lu Zhui. 

 

—Cuando mi hermano mayor regresó, todos le ofrecimos un banquete de bienvenida. Estaba perfectamente. Esa misma noche, después de volver a su cuarto, vi a mi segundo hermano cargando algo parecido a una jaula de grillos. Trepó la pared y entró furtivamente en el patio. Después de eso, mi hermano mayor enloqueció. ¿Quién más podría ser? —explicó Qiu Zixi. 

 

—Si lo viste con tus propios ojos, ¿por qué no se lo dijiste antes a la anciana Qiu? —preguntó Lu Zhui—. ¿Y ahora vienes a contármelo? ¿No temes que yo ya esté comprado por tu segundo hermano? 

 

—¿Lo estarías? —preguntó Qiu Zixi con ansiedad. Sin esperar respuesta, murmuró para sí—: No, no lo estarías. El joven maestro Lu es un hombre de renombre en el Jianghu. Además… además no tengo a nadie más. Solo puedo arriesgarlo todo contigo. 

 

—Pero aún no me has dicho por qué no se lo contaste a la anciana Qiu —insistió Lu Zhui. 

 

—No me atreví —vaciló Qiu Zixi, y finalmente dijo en voz baja—: Esa noche estaba escondido en una casa abandonada. Esa casa es un lugar prohibido en la Residencia Fengming. Madre lo dijo claramente: quien entre sin permiso, será ejecutado.