Capítulo
76: Pista.
Un
giro inesperado.
La voz
de Tao Yu’er era suave, y su ritmo, pausado.
Lu Zhui
mantenía los ojos cerrados, escuchando susurros junto a su oído, palabra por
palabra. En su confusión, parecía haber regresado a la ciudad Feiliu y haber
vuelto al lado de su madre.
Era
una sensación cálida, tan reconfortante que deseaba quedarse allí para siempre,
como si todo su cuerpo se hundiera en un mullido montón de algodón.
—De verdad quieres estar con Lan’er? —preguntó Tao Yu’er.
—Mn —respondió Lu Zhui.
—¿Lo
quieres de corazón? —Tao
Yu’er insistió.
—Sí.
Tao
Yu’er volvió a hablar:
—Entonces,
¿y si Lan’er no quiere destruir la Tumba Mingyue?
Lu
Zhui, en cambio, preguntó:
—¿Por
qué no querría?
Tao
Yu’er se sorprendió levemente, creyendo que él había despertado del ensueño.
Pero al observarlo con atención, no parecía ser así: Lu Zhui seguía con los
ojos cerrados, su expresión tranquila.
Entonces
ella dijo:
—Hay
muchos rumores en torno a la Tumba Mingyue. Aunque no se codicien los tesoros,
¿ni siquiera se puede entrar a echar un vistazo?
Lu
Zhui respondió:
—En
este mundo hay demasiada gente codiciosa. Dicen que solo quieren mirar, pero si
no desean obtener nada, ¿para qué mirar?
La
mano de Tao Yu’er se tensó sin querer.
—Mi
propósito y el suyo siempre han sido el mismo —Lu Zhui habló con claridad,
palabra por palabra—. Lo que yo no deseo, él tampoco lo deseará.
Al
escuchar esto, Tao Yu’er se quedó mirando su perfil durante largo rato, hasta
que unos pasos se oyeron afuera. Entonces volvió en sí y chasqueó los dedos.
Lu
Zhui abrió los ojos. Un leve sudor frío perlaba su frente.
—¿Cómo
te sientes? —preguntó Tao Yu’er.
Lu
Zhui dudó un momento antes de responder:
—Como
si hubiera tenido un sueño muy, muy largo.
—¿Y la
formación? —preguntó
Tao Yu’er.
Lu
Zhui asintió.
—He
memorizado más de la mitad. Parece derivada de la formación de Espejismo Floral
frente a la Tumba Mingyue. Si logro comprenderla y extrapolar, la próxima vez
no será necesario forzar la entrada.
—Eres
muy inteligente —lo elogió Tao Yu’er—. Esta noche, si hay tiempo, seguiré
enseñándote. Pero ahora no se puede, tu padre y los demás han regresado.
Apenas
terminó de hablar, Xiao Lan llamó a la puerta.
—¿Cómo
está todo? —preguntó Tao Yu’er al abrir.
Xiao
Lan suspiró con cierta impotencia:
—Liu
Cheng ha muerto.
—¿Murió?
—Lu Zhui, sentado en la cama, se sorprendió
al escucharlo.
—Estaba
al borde de la muerte por las artes malignas. Ya vivía gracias a los
medicamentos. Ahora que ese viejo escapó, ¿cómo iba a sobrevivir? El hermano
Cao, con buena intención, le dio medicina para las heridas, pero no resistió
mucho —Xiao Lan se hizo a un lado para que Lu Wuming entrara también.
—Por
lo que dijo, parece que aún no había sido transformado por completo en una
Bestia Devoradora de Oro —comentó Lu Zhui—. ¿Qué se logró averiguar?
—Ese
viejo se llama Fu. Probablemente sea quien escribió las cartas en secreto y
convocó a las sectas de Jianghu a la ciudad Huishuang —dijo Lu Wuming.
—¿De
verdad? —Lu Zhui se sorprendió.
—Según
confesó Liu Cheng, Fu lo admitió en un momento de arrogancia. Dijo que atrajo a
tantos expertos de Jianghu a Huishuang para elegir al más codicioso y
despiadado entre ellos —explicó Lu Wuming—. No tenía razón para mentir.
—Si
eso es cierto, entonces aquel que difundió rumores en el Jianghu hace años y
escribió a Qiu Peng… ¿también fue él? —preguntó Lu Zhui.
Lu
Wuming asintió.
Después
de tanto tiempo investigando, por fin había una pista entre la oscuridad. Lu
Zhui no sabía si debía sentirse aliviado o más frustrado aún: el enemigo había
escapado.
Lu
Wuming dijo:
—Fu
trataba a Liu Cheng como una bestia domesticada. No hablaba mucho, así que no
se sabe de dónde vino.
—Entonces,
¿la Bestia Devoradora de Oro que encontré en la Tumba Mingyue era él? —preguntó
Lu Zhui.
Lu
Wuming y Xiao Lan se miraron. Por una vez, estaban en sintonía. Temían que la
marioneta lo hiciera pensar demasiado, así que no habían mencionado el asunto.
Lu
Zhui notó el silencio:
—Hablen.
Lu
Wuming tosió un par de veces y relató lo ocurrido en el pozo seco.
Tras
escucharlo, Lu Zhui no se mostró demasiado alarmado. Solo preguntó:
—¿Lo
que me quitó fue esa parte de mi memoria?
Xiao
Lan asintió:
—Tal
vez.
—Si es
así, no está tan mal —Lu Zhui se arropó un poco más. Antes pensaba que su
amnesia era obra de la tía Fantasma, y que había perdido mucho del pasado. Pero
si fue Fu, entonces solo sería el recuerdo de su encuentro con él, nada
demasiado importante.
—¿Tienes
frío? —Preguntó Xiao Lan.
Lu
Zhui se quedó un momento en blanco, luego entendió que lo decía porque se había
arropado frente a todos. Solo pudo responder:
—No
tengo frío.
Xiao
Lan sonrió:
—Mn.
—Si
hace años fue Fu quien atrajo a los asesinos a la antigua Mansión Xiao,
seguramente fue por la Lámpara de Loto Rojo. Entonces, cuando Li Yin atacó, él
debía estar cerca, esperando para robarla —Lu Zhui miró a Tao Yu’er—. Disculpe
la pregunta, señora, ¿lo ha visto alguna vez?
Tao
Yu’er negó con la cabeza:
—En
ese momento llevé a Lan’er fuera de la ciudad. Cuando regresamos, ya era tarde.
Aparte de Fei Ling, no había nadie más en el lugar.
Lu
Zhui cayó en una profunda reflexión.
Hace
años, lo hizo por la Lámpara de Loto Rojo. Eso aún podía entenderse. Pero
ahora, tras tanto tiempo, urdir un plan para atraer a las sectas más
despreciables a Huishuang solo para encontrar al más malvado… ¿con qué
propósito?
Lu
Wuming, sin embargo, pensaba en otra cosa.
Hay
miles de formas de hacer que alguien pierda la memoria. Pero convertir a una
persona en una marioneta y clavarle su fecha de nacimiento… eso nunca se había
oído. Era más bien una maldición.
Además,
¿qué significa “recordar para no olvidar”? Incluso si lo recuerda, ¿qué puede
hacer?
Todo
ocurrió en aquella tumba profunda. Si se quiere llegar al fondo del asunto, la
tía Fantasma es quien está más cerca de la verdad.
—Voy a
regresar —dijo
Xiao Lan.
Apenas
lo dijo, todos fruncieron el ceño.
—Sé lo
que debo hacer —dijo Xiao Lan—. No se preocupen.
Lu
Wuming no tenía objeciones. Tao Yu’er dudó un poco, pero sabía que la tía Fantasma
no se detendría. Ese encuentro era inevitable. Además, si había dedicado más de
diez años a formar a su sucesor, no se volverían enemigas tan fácilmente.
—¿Dónde
están ahora los de la Tumba Mingyue? —preguntó Lu Zhui.
—En
las montañas, a las afueras de la ciudad —respondió Xiao Lan.
Lu
Zhui lo miró unos segundos y le advirtió:
—Ten
mucho cuidado.
—Iré
contigo —dijo Lu Wuming.
Lu
Zhui se sorprendió:
—¿Padre,
para qué?
Lu
Wuming sintió un nudo en el pecho.
«Con
esa mirada tuya, tan llena de preocupación, ¿y ahora preguntas por qué tu padre
quiere ir?»
Lu
Zhui: “…”
—Gracias,
padre —dijo Lu Zhui.
Tao
Yu’er, por su parte, empezó a ver a Lu Wuming con otros ojos.
«En este
momento, sí pareces un verdadero padre.»
Tras
una breve discusión, todos se dispersaron para prepararse. Cuando Lu Zhui quedó
solo en la habitación, por fin soltó la mano derecha que había mantenido
cerrada todo el tiempo. Un pequeño piñón rodó hasta el suelo. Lo había tomado
al azar del saquito aromático junto a la almohada. Tenía espinas afiladas que
podían clavarse en la palma, y el dolor le ayudaba a mantenerse despierto.
Cuando
la señora Tao le pidió cerrar los ojos y concentrarse para enseñarle la
formación, él recordó las advertencias de Xiao Lan y su padre, y ocultó el
piñón en la mano. Tal como sospechaba, a mitad de la enseñanza, la sensación de
vértigo comenzó a invadirlo, y aparecieron alucinaciones ante sus ojos.
Por
suerte, el dolor punzante en la palma lo mantuvo consciente todo el tiempo. Y
como era de esperarse, al final, todo volvía a la Tumba Mingyue.
Lu
Zhui frotó las marcas rojas en su mano, se recostó en el cojín y soltó un largo
suspiro.
Lu
Wuming y Xiao Lan salieron de la posada.
Aunque
iban juntos, no caminaron hombro a hombro. Uno avanzaba a la luz, el otro en la
sombra, uno delante, el otro detrás.
En las
montañas desiertas fuera de la ciudad, un joven discípulo de la Tumba Mingyue
llegó rodando hasta la cueva, jadeando:
—Tía,
el joven maestro Xiao ha regresado.
La tía
Fantasma preguntó con voz ronca:
—¿Solo?
—Sí,
solo —el discípulo asintió apresurado.
La tía
Fantasma se levantó, apoyada en su bastón, y salió lentamente de la cueva.
El sol
afuera era brillante. Entrecerró los ojos, tardó un buen rato en abrirlos por
completo.
Xiao
Lan dijo:
—Tía.
La tía
Fantasma lo observó largo rato antes de decir:
—Pensé
que vendrías con Lu Wuming. Aquel día, los discípulos que buscaron en la
montaña terminaron con los huesos hechos trizas. Reconocí de inmediato la
técnica de la familia Lu. En el pasado, por Hai Bi, me enfrenté a Lu Wuming
varias veces. La conozco bien.
Xiao
Lan negó con la cabeza:
—El
señor Lu solo quiere proteger a Mingyu.
—No
puedes dejar de hablar de Lu Mingyu. Pareces embrujado —la tía Fantasma negó
con la cabeza.
—No he
venido a discutir eso con usted —dijo Xiao
Lan.
—¿Entonces
para qué? —la voz de la tía Fantasma se tornó venenosa—. ¿Para cortarme la
cabeza y ganarte el favor de tu suegro?
Lu
Wuming: “…”
—¿Recuerda
la Bestia Devoradora de Oro de la que le hablé hace años? —preguntó Xiao Lan.
Black
Spider acababa de regresar de la montaña. Al oír esto, una emoción fugaz cruzó
su rostro, imperceptible para la mayoría, pero Lu Wuming la captó desde las
sombras.
—¿La
Bestia Devoradora de Oro? —la tía Fantasma pensó—. ¿Ese oso negro que come oro?
—Usted
nunca lo creyó, pero no lo inventé —Xiao Lan miró a Black Spider y continuó—.
Hace unos días lo vi en la ciudad. Se llama Fu.
La tía
Fantasma frunció el ceño:
—¿Y?
—Él
mismo admitió que los rumores sobre la Lámpara de Loto Rojo en la Mansión Xiao,
y las cartas enviadas a las sectas esta vez, fueron obra suya —dijo Xiao Lan—.
Lamentablemente, escapó antes de que pudiera interrogarlo a fondo.
—¿Cuál
era su propósito? —preguntó la tía Fantasma.
—Es difícil
de decir —Xiao Lan respondió—. Por eso he venido a verla.
—¿Quieres
que lo capture? —preguntó la tía Fantasma.
Xiao
Lan negó con la cabeza:
—Quiero
saber cómo, hace más de diez años, esa Bestia Devoradora de Oro pudo moverse
por la tumba sin que las trampas le afectaran.
Al
decir esto, las pupilas de Black Spider se contrajeron de golpe.
—Tanto
rodeo, y al final solo quieres que regrese a la Tumba Mingyue y perdone a tu
amado —la tía Fantasma golpeó el suelo con el bastón—. Me decepcionas.
—Usted
sabe que el señor Lu ha venido —dijo Xiao Lan—. Si solo quisiera proteger a Lu
Mingyu, podría abandonar la tumba, incluso enfrentarme a usted. Pero he
regresado.
—¡¿Y
eso no es enfrentarse a mí?! —la tía Fantasma se alteró, alzando la voz.
Xiao
Lan se mantuvo sereno:
—Solo
quiero esclarecer la verdad. Lo que concierne a la familia Xiao, a la Tumba Mingyue…
luego hablaremos de lo demás.
La tía
Fantasma bufó y volvió a la cueva.
Black
Spider aprovechó para murmurar con tono siniestro:
—El
joven maestro Xiao no ha venido solo. ¿Será que el señor Lu no confía?
—Si yo
quisiera, podría tomar el control de la Tumba Mingyue en cualquier momento
—Xiao Lan se agachó y le susurró al oído con desdén—. Si fuera tú, me
mantendría callado la mayor parte del tiempo. Así vivirías más.
Black
Spider se sonrojó de rabia.
Xiao
Lan sonrió con desdén, se incorporó y entró también en la cueva.
Mientras
tanto, en una aldea cercana a la ciudad Huishuang, una sombra negra se
arrastraba hasta el borde de un estanque, bebiendo agua con avidez. Su rostro
envejecido estaba torcido por el dolor, lleno de pequeñas heridas.
Era
Fu.
Los
campesinos ya habían regresado a casa. Él se dejó caer junto al canal, sin
importarle el frío. El dolor en su pecho se intensificaba por momentos.
Ante
sus ojos, las alucinaciones se sucedían. En cada escena aparecía una mujer con
trenzas negras y una peineta de luna acuática.
Su
mirada era de sufrimiento y codicia. Extendía la mano temblorosa para tocarla,
pero solo alcanzaba el vacío.
La
sangre negra brotó de su boca. Se levantó con dificultad y siguió corriendo,
tambaleante.
Liu
Cheng había gastado demasiada energía interna. Estaba a punto de lograrlo, pero
alguien arruinó todo. Ahora debía encontrar a otro lo más rápido posible.
Aunque fuera una persona común, sin maldad ni codicia, sin odio capaz de
desgarrar el cielo, mientras fuera humano, al menos podría ayudarlo a
sobrevivir.
Un
hombre con un fardo al hombro corría por los campos. Tenía aspecto furtivo, y
no era para menos: acababa de saquear varias casas en la aldea y estaba
encantado con su botín.
Fu
apareció como un espectro detrás de él, y sus diez dedos se hundieron
profundamente en sus hombros.
El
hombre soltó un grito de dolor y cayó desmayado. El fardo que llevaba se
desplomó al suelo, rodando por todas partes monedas de cobre y plata menuda.
Fu lo
arrastró, tambaleándose hacia la distancia.
****
En la
posada, Lu Zhui llamó a Ah Liu:
—¿Cómo
va?
—Fui a
ver —respondió Ah Liu—. Ji Hao sigue retenido por los hombres de Cao Xu. Dicen
que no habla casi nada, salvo para comer y practicar su cultivo interno. Ese Miaoshou
Kong Kong, ni siquiera ha enviado a nadie a rescatarlo. Como maestro, también
es un caso aparte.
Lu
Zhui dijo:
—Mn.
—Padre,
¿por qué te interesa de pronto? —Ah Liu se sentó en la cama, cruzando una
pierna.
—Se
hizo pasar por mí. Es natural que quiera saber más. Antes no tuve tiempo, y
ahora no tengo nada mejor que hacer —respondió
Lu Zhui.
—¿Quieres
interrogarlo? —preguntó Ah Liu.
Lu
Zhui reflexionó:
—Una
pregunta no está de más.
Tao
Yu’er entró desde el pasillo:
—No lo
permito.
—Señora —Lu
Zhui se sorprendió.
—Un
ladrón de tumbas fracasado, ¿qué tiene de interesante? —dijo Tao Yu’er—. Tú,
mejor cuida tu salud.
—Fue
él quien sugirió que Miaoshou Kong Kong colaborara con la Tumba Mingyue. ¿No le
intriga saber por qué? Ha vivido mucho tiempo en el Mar del Norte. En teoría,
no debería tener relación alguna con el Jianghu —respondió
Lu Zhui.
Tao
Yu’er le entregó el cuenco de medicina.
Lu
Zhui lo tomó entre las manos y continuó:
—Solo
quiero hacerle unas preguntas. Si no, ¿por qué no viene usted conmigo?

