Capítulo
43: Celebrando el Año Nuevo.
Su cintura es más o menos así de delgada.
En la
calle, un niño pequeño caminaba de puntillas, sosteniendo un tazón de pegamento
y esforzándose por pasarlo hacia arriba. Otro niño, un poco mayor que él, que
parecía ser su hermano mayor, estaba de pie sobre un pequeño taburete, pegando
un carácter “福” al
revés. Ambos están envueltos en gruesos abrigos de algodón, acolchados y rojos,
lucían muy infantiles y adorables.
—Está torcido… —El hermano menor se puso ansioso— ¡ESTÁ TORCIDO, TORCIDO!
El
hermano mayor asintió y se sonó la nariz, luego se acercó. El hermano menor, ya
impaciente, se adelantó para hacerse cargo. Los dos pequeños empujándose y
riendo, finalmente trajeron un poco de vida a la silenciosa y desolada calle
invernal.
Xiao
Lan extendió la mano y levantó a uno de los hermanitos que había caído al
suelo, y lo colocó suavemente en el escalón:
—Regresen, es hora de comer.
Vieron
que era un hombre vestido de negro, los dos niños se asustaron un poco al
principio, pero luego al ver que no llevaba una espada en la cintura, no
parecía ser de esos villanos de los que hablaban sus padres, también sonrieron
y agitaron la mano, saltando de regreso al pequeño patio, dejando solo un
"福"
invertido pegado de manera desordenada en la puerta de madera.
Ya era
el día veintiocho del duodécimo mes lunar... Xiao Lan continuó caminando solo
hacia adelante, últimamente han estado pasando demasiadas cosas, incluso olvidó
que el año nuevo se acerca.
En
realidad, no solo él, todos los habitantes de la ciudad Huishuang sienten que
este debería ser el año más silencioso y desolado. No se atrevían a visitar a
parientes ni a ir al mercado a comprar productos para el Año Nuevo. Solo pueden
sentarse en familia alrededor del fuego. Y no sabían cuándo podrán irse esos
forasteros que matan y pelean en la ciudad.
La
mayoría de las tiendas de la calle estaban cerradas y después de recorrer
cuatro calles, Xiao Lan finalmente encontró una tienda de ropa lista para usar
que aún estaba abierta. Tenía una ubicación muy apartada y si no prestabas
atención, fácilmente podrías pasarla por alto.
—Joven maestro ¿viene a comprar ropa? —La pareja de ancianos que atiende la
tienda estaban cuidando una pequeña estufa donde hervía el té con un aroma especialmente
dulce.
—Mn —Xiao
Lan asintió.
—Espere, voy a tomarle las medidas, joven
maestro —La anciana dejó el té y se levantó, pero
Xiao Lan la detuvo.
—No soy yo, es para otra persona.
—¿Ayudando a alguien? —preguntó la anciana— ¿el joven maestro ha traído las medidas?
Xiao
Lan sacudió la cabeza.
La abuela
se mostró en avergonzada:
—Entonces será difícil de comprar. Siempre
debe haber una medida de altura, peso o complexión. Si realmente no hay ninguna
medida, entonces el joven maestro podría decir algo al respecto de su físico.
Xiao
Lan pensó un momento, extendió la mano e hizo un gesto:
—Su cintura es más o menos así de delgada.
El
anciano al lado solo sonrió, probablemente era la primera vez que veía a
alguien comprar ropa de esta manera.
—¿Es una dama? —preguntó la abuela.
Xiao
Lan sacudió la cabeza.
—No.
—Ya decía yo que la dama tenía cintura un
poco ancha —La abuela,
riendo, le sirvió una taza de té—
¿Y
de altura, complexión y delgadez?
—Un poco más bajo que yo, ni robusto, ni delgado
—respondió Xiao Lan— y además, le gusta vestir de blanco.
—Entendido, espera un momento —La abuela le dio una palmadita en la mano,
se dio la vuelta y entró en la casa. Después de un rato, salió con dos
conjuntos de ropa en brazos— Joven maestro
¿qué te parecen? Aunque son un poco caras, la tela es de la mejor calidad.
Xiao
Lan asintió.
—Está bien.
—Ni siquiera lo miraste, ¿cómo puede estar “bien”?
—la anciana le enseñó— si es para regalar, naturalmente debe ser
el más adecuado, de lo contrario, ¿no sería un chiste?
—Es la primera vez que le compro ropa para alguien,
no puedo distinguir lo que se ve bien o mal —dijo
Xiao Lan— Él es guapo, así que no importa qué lleve
puesto, no se verá mal. Esto servirá.
—Sin embargo, según la figura que describió
el joven maestro, estas dos prendas están bastante bien, así que las envolveré
para usted —dijo
la abuela—. Si
no le quedan bien, no dude en traerlas de vuelta, siempre se pueden ajustar.
Xiao
Lan agradeció y, mientras pagaba, preguntó:
—¿Cómo van los negocios últimamente?
—Bueno, en todos estos años, este ha sido
el mejor año de negocios —dijo
el abuelo— Las
grandes tiendas de la calle principal no se atreven a abrir, temen ser
destruidas por aquellos que llevan cuchillos y espadas, pero mi pequeña tienda
apartada ha salido ganando.
Mientras
los dos estaban hablando, una carreta se detuvo en la puerta de la tienda. Dos
empleados bajaron, saludaron y llevaron varias grandes bolsas de ropa hacia
atrás, como si conocieran el camino de memoria.
—¿Es esto la nueva mercancía? —preguntó Xiao Lan.
—Estos son todos de las demás tiendas de
ropa de la ciudad, nadie se atreve a abrir la puerta, pero tampoco pueden dejar
de hacer negocios, así que todos los traen aquí para que los venda —La abuela le entregó la ropa envuelta— De lo contrario, en esta pequeña tienda
solo vendemos algunas prendas de tela gruesa, ¿cómo podría conseguir telas tan
suaves y brillantes? Todo esto lo traen de otros lugares.
—Ya veo —Xiao
Lan comprendió y añadió— No se
preocupe, anciano, esos forasteros no se quedarán en la ciudad por mucho
tiempo.
La
anciana, mientras respondía, lo acompañó hasta la puerta.
—Joven maestro, cuídese en el camino.
—¿Hay
alguna tienda de porcelana y alguna tienda de té en esta ciudad que todavía
estén abiertas? —preguntó de nuevo
Xiao Lan.
—Esto realmente no lo tengo. Todos
necesitan ropa nueva para el Año Nuevo, así mi pequeña tienda puede seguir
abierta. Pero nadie necesita cambiar sus platos y tazas, si se rompen, no hay
dueño que se atreva a abrir la tienda —La abuela
volvió a la casa y sacó una pequeña jarra de barro de un lado del armario— No tengo té, solo tengo vino dulce de
cáscara de caqui, joven maestro, llévelo a casa y bébalo.
Xiao
Lan sintió calidez en su corazón y dejó caer algunas monedas de plata antes de
despedirse con el vino dulce y la ropa. En el camino, seguía pensando en
aquella pequeña tienda: el callejón tranquilo, la puerta de madera
entreabierta, la luz moteada, el pequeño fogón cocinando dulce té de dátiles,
la pareja de ancianos riendo y hablando junto al fuego, ganando unas pocas
monedas, así día tras día, año tras año. En un abrir y cerrar de ojos, han
vivido toda una vida juntos.
«Es
genial».
Xiao
Lan sonrió y sintió que su ánimo mejoraba un poco. Buscó una posada para dejar
las cosas que llevaba en la mano, luego salió por la puerta de la ciudad y se
dirigió al Bosque Denso.
Allí
seguía habiendo un profundo silencio. Al ver regresar a Xiao Lan, Qiu Peng le
reprochó.
—¡NO TIENES CORAZÓN! ¿A DÓNDE HAS IDO?
¿TODAVÍA SABES VOLVER?
Xiao
Lan se sentó frente a él.
—Estaba en la Mansión Li.
—¿Qué hay de interesante ahí? —Qiu Peng se sentó, acarició su mejilla con
su amplia manga bordada— Solo son un
montón de hombres ruidosos, no es mejor que volver a verme.
—¿De verdad no te importa la Mansión Li? —preguntó Xiao Lan.
—¿Por qué preocuparse? Es un esfuerzo
inútil. Lo único útil allí era el pasadizo secreto para asesinar y ahora que ha
sido destruido, la Mansión Li ya no tiene valor —Qiu
Peng dijo con indiferencia.
—¿No te preocupa que Li Yin te delate?
Qiu
Peng pasó su dedo por un mechón de cabello y negó con la cabeza.
—¿También es por la Píldora de los Tres Cadáveres?
—Preguntó Xiao Lan de nuevo.
Qiu
Peng sonrió y se acercó con un tono provocador.
—Hoy es el día en que la Píldora de los
Tres Cadáveres de Li Yin estallará. Durante todos estos días, ha estado
apretando los dientes, temiendo que no le entregue el antídoto.
—¿Se lo diste? —continuó Xiao Lan.
—¿Cómo podría dejarlo desatendido? Esta
mañana envié a alguien a cuidarlo —Qiu
Peng se sentó recto, usó su uña para golpear la copa de jade blanco— Pero ya que no me sirve de nada, ¿por qué
desperdiciar un antídoto en él? Mejor lo guardo como recompensa para ti.
Mientras
hablaba, sus ojos brillaban con un encanto seductor, como si estuviera a punto
de retorcerse como una anguila fuera del agua.
—¿Lo mataste? —Xiao Lan preguntó.
—Sí —dijo
Qiu Peng.
—Con tantas personas del Jianghu protegiendo
a Li Yin, el líder realmente tiene habilidades excepcionales —comentó Xiao Lan.
—Me halagas demasiado —Qiu Peng se rio— Esos no son más que un grupo de chusmas.
Aunque sean muchos, en mis ojos son como moscas zumbonas. Apuesto a que hasta
ahora ni siquiera se han dado cuenta de que Li Yin ya está muerto.
—Entonces, ¿Viniste a la ciudad Huishuang y
no logró nada, solo mató a un Li Yin que era necesario? —Xiao Lan volvió a preguntar.
—¿No te encontré aquí? —Qiu Peng se estiró perezosamente— en este bosque se vive muy bien, ¡mucho
mejor que en esa ciudad bulliciosa!
Xiao
Lan lo miró.
—Se dice que cuando la gente del Jianghu abre
ese pasaje secreto de la mansión Li, miles de flechas disparan, los insectos
venenosos zumban, y un hedor insoportable llena el aire como si estuvieran en
el infierno. ¿A quién te estás preparando para enfrentar?
Qiu
Peng levantó la vista.
—Tienes muchas preguntas.
Xiao
Lan dijo fríamente:
—Hago algunas preguntas más, así podré
asegurarme de que no he seguido al hombre equivocado y de que no he tomado la Píldora
de los Tres Cadáveres en vano.
—Está bien, está bien, sé que estás
molesto, pero aquí estoy para darte el antídoto a tiempo —dijo Qiu Peng mientras se sentaba y lo
consolaba— Desde
anoche, los rumores han estado circulando, diciendo que Lu Zhui está en la
ciudad Huishuang, ¿no lo has oído ya?
—¿Eres tú quien lo ha difundido? —Xiao Lan frunció el ceño.
—No fui yo, tampoco sé quién fue, pero esa
persona me ayudó mucho —dijo
Qiu Peng— Construí ese pasaje secreto para enfrentar
a Lu Wuming, el padre de Lu Zhui. Si tengo suerte, tal vez también pueda matar
a esa perra de Hai Bi.
—¿Los señores Lu todavía están vivos? —preguntó Xiao Lan.
—Vivo, y además vive con bastante libertad —Qiu Peng se limpió las uñas— pero no podrá estar despreocupado por
mucho tiempo.
—Se dice que, en aquellos días, Lu Wuming
mataba sin dejar rastro, el asesino número uno del Jianghu —Xiao Lan advirtió— Nadie podía enfrentarse a él.
—Es solo fanfarronería, ¿qué tan bueno
puede ser un asesino? Solo se aprovecha de las ventajas y tiene una cara de
muerto que asusta —Qiu
Peng levantó una ceja y dijo casualmente—
Él
incluso vendió su vida por mí en el pasado, un asesino, después de todo, solo
escucha a quien le paga más.
—¿A quién querías matar? —preguntó Xiao Lan.
Qiu
Peng soltó una risita.
—Qué coincidencia, él mató en esta ciudad a
la gente de la familia Xiao.
El
cielo pareció oscurecerse de repente, quizás las nubes oscuras cubrieron el sol
poniente.
—Una noche de exterminio familiar —Qiu Peng hizo un gesto de admiración— Dicho así, en realidad es bastante
impresionante, ¿no?
Xiao
Lan respondió con indiferencia:
—Mn.
Qiu
Peng se acercó a él riendo, con unos ojos meticulosamente delineados que, al
mirarlos de cerca, parecían espectrales, incluso las escleróticas tenían un
leve tinte rojo.
En el
bosque, el viento aullaba, levantando hojas y tierra que casi cegaban.
Hasta
que salió del bosque, Xiao Lan recordó que había olvidado lo que Lu Zhui le
había advertido: debía incitar a Qiu Peng a ir a la ciudad Huishuang y hacer
que la Pandilla Eagle Claw también se involucrara en este tumulto.
En
invierno, los días se oscurecen temprano. Xiao Lan estaba tumbado en la cama de
la posada, mirando absorto la parte superior de la cama.
Lu
Zhui es tres años mayor que él. Si seguimos la cronología, cuando él cumplió un
mes, efectivamente fue Lu Wuming quien, bajo la influencia de la tía Fantasma,
desató una masacre. En cuanto a por qué se involucró con la pandilla Eagle Claw,
hoy no lo preguntó, ni tampoco quería hacerlo.
El
vino dulce de piel de caqui todavía estaba frente a la ventana, aunque estaba
cerrado, seguía emanando un ligero y dulce aroma. Desde lejos, se escuchaban los
ladridos de los perros y el sonido de los petardos, rompiendo la fría noche de
invierno y trayendo un poco del ambiente del Año Nuevo.
En el
pequeño patio de la montaña Qingcang, Lu Zhui escribió los pareados bajo la
tenue luz, encogió las manos para que Ah Liu los pegara bien, luego se sentó
alrededor del fuego, asando batatas dulces y discutiendo qué tipo de relleno
hacer para los dumplings del Año Nuevo.
Y en
otra posada junto a la posada Wentao en la ciudad, Yue Dadao miró los dos caparazones
de tortuga sobre la mesa y preguntó desanimada:
—¿Qué has adivinado esta vez?
—Es una buena noticia —dijo Tao Yu’er.
Yue
Dadao se apoyó con ambas manos en las mejillas y dijo:
—Esto ya ha pasado siete u ocho veces, ¿por
qué cada vez es una buena noticia?
—¿No es algo bueno tener buenas noticias? —Tao Yu’er guardó los caparazones de
tortuga— Mira esa cara de amargura, llevas todo el
día en mi contra, ¿qué es lo que te tiene tan descontenta?
—Eso no es cierto —Al escucharla decir eso, Yue Dadao se
sintió un poco avergonzada, se sentó derecha y dijo— No quería ofenderla, solo me sentía
realmente mal por dentro, por eso me veía un poco decaída.
—¿Qué te tiene incómoda? —preguntó Tao Yu’er.
—No puedo casarme —dijo Yue Dadao.
Tao Yu’er
se rio.
—Eres una buena chica, ¿cómo es que
no te puedes casar?
—Pasado mañana es la víspera de Año Nuevo,
y aún no he encontrado a mi esposo —Yue
Dadao volvió a apoyarse en la mesa—
Pero
pensándolo bien, la gente de esta ciudad es más fea que la otra, son groseros y
no tienen habilidades. Si realmente tengo que casarme, entonces, eso tampoco
funcionaría.
—Vamos —dijo
Tao Yu’er, levantándose— Si no
quieres dormir, entonces ven conmigo a dar un paseo.
—Ya es tan tarde —Yue Dadao la siguió— ¿A dónde vamos, señora?
—Vamos a ver a Lan'er —respondió Tao Yu’er.