•❥ ❥• Capítulo 150: Hacia el Mar del Este, un caos total •❥ ❥•
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Estoy realmente emocionado por
conocer a personas extraordinarias.
En la mansión Wen, dos sirvientes
lucían preocupados.
—Lleva así casi una hora, ¿verdad?
—¿No es así? Ni siquiera ha comido un
par de bocados y se ha venido a sentar aquí en el pabellón, y ni siquiera dice
una palabra.
—Ni siquiera comió los bocadillos que
hizo la señora Wang.
—¿Dónde se ha ido el gran jefe Zhao? Aún
no ha vuelto. Si sigue sentado así, ¿podría pasarle algo?
—¿Por qué no vas a echar un vistazo a
Shanhaiju? Busca al segundo jefe Lu para que venga.
—Está bien, voy ahora mismo, pero
cuida de Lord Wen, que no se le ocurra tirarse al estanque por desesperación.
—¡Pfft, pfft, pfft! ¿Qué tonterías
estás diciendo? ¿Cómo podría nuestro señor arrojarse al estanque sin razón
alguna?
—¿No está también preocupado? De lo
contrario, ¿para qué quedarse inmóvil mirando el estanque?
—Shh, Su Excelencia a ha reaccionado.
Los dos sirvientes se pusieron de
pie de inmediato, sonriendo y saludando:
—Su Excelencia ¿va a comer?
—¿Qué vamos a comer ahora? —preguntó Wen Liunian con desánimo— ¿ha vuelto el gran jefe Zhao?
—Todavía no —Los sirvientes sacudieron la cabeza enérgicamente.
—¿Por qué aún no ha regresado? —murmuró Wen Liunian. Aunque había
prometido dejar que él fuera a ver al Emperador, nunca pudo dejar de
preocuparse. Después de pensarlo varias veces, finalmente salió, viajando en un
palanquín directamente hacia el palacio imperial.
—¿El gran jefe Zhao? —Chu Yuan se sorprendió— No he oído que alguien lo haya
anunciado, ¿cuándo llegó?
Wen Liunian: “…”
—¿Podría haber ocurrido algo en el
camino? —preguntó Chu Yuan— ¿Debería enviar a alguien a buscar?
—Gracias, Su Majestad —Wen Liunian asintió en señal de
acuerdo. Si acaso quedaban remanentes de Qingqiu en Wang Cheng, siempre habría
incertidumbre.
Después de un rato, los soldados de
la Guardia Imperial que fueron enviados a investigar regresaron y dijeron que
en el camino se encontraron con el gran jefe Zhao y Su Alteza Real el Noveno
Príncipe* regresando a la ciudad, quienes habían ido juntos al campo a
relajarse.
(*se refiere a Ye Jin)
—¿Eh? —Wen Liunian miró con confusión.
—¿Y el líder Shen? —Chu Yuan también estaba confundido.
—No lo vi —El subcomandante de la Guardia
Imperial sacudió la cabeza— Pero
el Noveno Príncipe parecía estar de mal humor, probablemente estaba en discutiendo
con el líder Shen.
Chu Yuan se rio sin poder evitarlo y
le dijo a Wen Liunian.
—Probablemente fue que el jefe Zhao
se encontró con él en el camino y, por no estar seguro, decidió salir de la
ciudad junto con él.
—Está bien si no hay problema —Wen Liunian soltó un suspiro de
alivio— Entonces, me retiro primero.
—¿Por qué me busca el gran jefe Zhao?
—preguntó Chu Yuan.
—No se siente seguro dejando que este
humilde funcionario vaya al Mar del Este —Wen
Liunian dijo honestamente.
—Pero Zhen ya ha dado su
garantía, querido funcionario Wen, no habrá ningún peligro para ti —dijo Chu Yuan.
—Ya lo ha dicho antes —dijo Wen Liunian— pero aún no se siente tranquilo.
—Tu tono parece ser bastante
presumido —dijo Chu Yuan.
Wen Liunian, con humildad, sacudió
la cabeza:
—No, no.
Chu Yuan se rio al mirarlo.
Wen Liunian se rascó la mejilla.
—Está bien, Zhen irá contigo a
casa —Chu Yuan se levantó.
—¿Su Majestad? —Wen Liunian se sorprendió.
—Siempre hay que darle una garantía
al jefe Zhao —dijo Chu Yuan— De lo contrario, si él no está de
acuerdo, temo que tú tampoco podrás avanzar al sur sin problemas.
Wen Liunian enfatizó:
—Los asuntos importantes de la
familia siempre han sido decididos por mí.
«Las opiniones de los demás no son
muy importantes, y eso es lo que se espera de un buen esposo».
—Incluso la carne de cerdo tiene que
venir a mí, querido funcionario, mejor no te esfuerces demasiado —Chu Yuan dijo con un tono bastante
compasivo.
Wen Liunian: “…”
Chu Yuan le dio una palmadita en el
hombro y salió por la puerta.
Ye Jin entró con una expresión
feroz, seguido por Shen Qianfeng, que no entendía nada. Zhao Yue apenas había
llevado a la persona de vuelta a casa y aún no había averiguado qué estaba
pasando, pero luego golpeó la mesa y corrió al palacio imperial, como si fuera
a derribar la casa.
—Xiao…
Antes de que se pronunciara la
palabra "Jin", Ye Jin ya había dicho:
—¡ME VOY AL MAR DEL ESTE!
—¿Qué vas a hacer en el Mar del Este?
—Chu Yuan no estaba de acuerdo, como
era de esperar.
—¡Me cuesta despedirme del Gran Lord Wen!
—Ye Jin lo dijo sin pensarlo.
Wen Liunian está sorprendido por el
favor, «¿De verdad?»
—Así queda decidido, voy a regresar y
empacar mis cosas, cuando Lord Wen se vaya, yo también me iré —dijo Ye Jin.
—No hagas tonterías —Chu Yuan frunció el ceño.
—¿Qué te importa? —Ye Jin se dio la vuelta y salió, su
figura era fría y orgullosa.
Chu Yuan miró con dolor de cabeza a
Shen Qianfeng.
El líder Shen sacudió la cabeza:
—No puedo convencerlo.
«Además, aunque pudiera convencerlo,
no querría hacerlo».
No hablemos del Mar del Este,
incluso los bárbaros del sur, las fronteras del norte e incluso los
occidentales, seguramente asentarían con la cabeza en señal de acuerdo.
—Querido funcionario Wen, puedes
retirarte —Chu Yuan suspiró— Voy a ver a Xiao Jin.
—Sí, Majestad —Wen Liunian asintió, sintiéndose un
poco curioso, así que, al llegar a casa, se dirigió directamente al estudio
para preguntar.
—¿Por qué estás corriendo? No temes
caerte —Zhao Yue extendió la mano para
atraparlo.
—Se suponía que ibas a buscar al Emperador,
¿por qué de nuevo saliste de la ciudad con Lord Ye? —preguntó Wen Liunian— Además, ¿por qué Lord Ye tiene que
ir otra al Mar del Este?
—El Emperador Chu no ha accedido a
enviarlo —Zhao Yue le pellizcó la mejilla.
—Yo no soy un niño de tres años —Wen Liunian le rodeó el cuello— ya que soy funcionario en la corte
imperial, ¿cómo podría buscar la tranquilidad en todo? Además, con mi
inteligencia, no solo un Rey del Suroeste, incluso si sumamos a los líderes de
las treinta y seis aldeas de Yunnan, tampoco podrían hacerme nada.
—¿No puedes rechazarlo? —Zhao Yue, sin otra opción, dijo— Preferiría que te quedaras aquí.
—Quiero ir —dijo Wen Liunian— Quiero estar más cerca de ti y
también quiero probar hasta dónde puedo llegar.
Zhao Yue lo miró y suspiró.
—Solo promete que aceptarás —La voz de Wen Liunian era un poco
suave.
Zhao Yue todavía no se sentía
tranquilo.
Wen Liunian de repente se levantó de
su abrazo.
Zhao Yue aún pensaba que no expresar
su opinión había enfadado a la otra persona, pero antes de que pudiera decir
algo para calmarla, Wen Liunian ya había comenzado a quitarse la ropa.
Zhao Yue: “…”
Wen Liunian se desabrochó el
cinturón y arrojó la túnica a un lado, con una velocidad impresionante.
Zhao Yue le tomó la mano.
—¿Qué estás haciendo?
—Seducirte —dijo
Lord Wen.
—No hagas tonterías —Zhao Yue no sabía si reír o llorar.
—Entonces prométemelo —insistió Wen Liunian.
—¿Y si no acepto? —preguntó Zhao Yue.
—¡Entonces me quitaré los pantalones!
—respondió Wen Liunian.
Zhao Yue: “…”
Wen Liunian vestía ropa interior y
lo miraba con determinación.
Zhao Yue abrazó a su hombre y dijo:
—No te preocupa resfriarte.
—¡Voy a ir al Mar del Este! —dijo Wen Liunian con perseverancia.
—Déjame ir primero a ver al Emperador
Chu —Zhao Yue le dio una palmadita en la
espalda.
«Wen Liunian suspiró, ¿por qué no se
ve ningún progreso? ¡Incluso me he quitado la ropa!»
Zhao Yue le ayudó a ponerse la
túnica exterior.
—Tócame un poco —Wen Liunian se frotó— Últimamente he perdido algo de peso.
—¿De verdad? —Zhao Yue le dio un pellizco en la
cintura.
—¿Qué tal? —preguntó Wen Liunian.
Zhao Yue, siendo pragmático,
respondió:
—Sigue siendo un trozo de carne.
Wen Liunian estaba muy confundido:
—¿Por qué engordo, aunque no coma? —Wen
Liunian estaba muy confundido.
«Hace un tiempo, claramente no había
comido mucho».
—Esto es algo bueno —Zhao Yue le ayudó a vestirse— Listo, vamos a comer.
Lord Wen se sintió bastante
decepcionado, pero fue llevado de la mano y salió.
Ni siquiera se dieron un beso más, y
ni hablar de hacer otras cosas.
Desde que Chu Yuan dijo que vendría
a casa, después de cenar, Zhao Yue se quedó esperando en el salón. Cuando ya se
estaba haciendo tarde, el eunuco Sixi llegó apresuradamente y dijo que el Emperador
Chu tenía asuntos que atender hoy y que vendría mañana.
—¿Pero es por el médico divino Ye? —preguntó Wen Liunian sin pensar.
—Así es —el viejo eunuco Sixi frunció el ceño— no sé qué les pasa, los dos han
estado en el estudio imperial todo el tiempo, ni siquiera el líder Shen puede entrar.
—¿No se pelearon? —se preocupó Wen Liunian.
—En realidad no, pero casi —Sixi bajó la voz y dijo— Supongo que esta vez el Emperador
tendrá un dolor de cabeza.
Wen Liunian de repente sintió un
vacío en su corazón.
«Por un lado, me preocupa el Emperador
Chu y el médico divino Ye; por otro lado, también me preocupa a mi propio
hombre».
«El Emperador claramente está de mal
humor, y los dos tienen que hablar mañana. ¿Qué pasará si surge algún problema?»
Así que esa noche, Lord Wen
raramente no pudo dormir, molestando constantemente al jefe Zhao. Finalmente,
fue presionado en la cama y se le dio un beso, lo que lo hizo calmarse a
regañadientes, pero aún no quería dormir. Se quedó tumbado moviéndose de un
lado a otro, a veces estirándose como un palo, a veces encogiéndose en una
bola, rodando de un extremo a otro.
Zhao Yue no sabía si reír o llorar.
—¡El cielo… se… ha… iluminado…! —Wen Liunian yacía en la cama,
mirando fijamente cómo el este se iluminaba.
—¿Ya te has cansado de jugar? —Zhao Yue le dio una palmadita en la
cabeza.
Wen Liunian se recostó en su abrazo.
—Hoy, al ver al Emperador Chu, debes
ser cauteloso con tus palabras.
—Por supuesto, no soy tonto —Zhao Yue le pellizcó la nariz—. Mientras tú estés a salvo, ¿por qué
tendría que irme en contra del Emperador?
«¿Cómo puedes determinar que habrá
peligro?» Wen Liunian pensó
para sí mismo.
«Yo también había oído hablar de
varios jefes de tribus del sur antes, se dice que hay muchos cerca del Rey del Suroeste,
no sé si esta vez trajo a alguno al Mar del Este».
«Costumbres diferentes y lenguas
incomprensibles, la gente del suroeste es experta en todo, pero personas tan
extraordinarias no se ven en la capital. Definitivamente tengo que ir a echar
un vistazo».
A mil kilómetros de distancia, en el
Mar del Este, un grupo de hombres vestidos de manera extraña de repente temblaron.
—¿Qué pasa? —Duan Baiyue dejó el vaso de vino que
tenía en la mano.
—Su Alteza Real, sentí un escalofrío en
la espalda —respondió el hombre.
—¿Los cuatro sintieron un escalofrío
en la espalda al mismo tiempo? —Duan
Baiyue sacudió la cabeza con una sonrisa— Eso
no es un buen augurio, tal vez deban hacer una limpieza espiritual y rezar para
cambiar su suerte.
***
—Su Excelencia —Un momento después, el sirviente dijo
desde fuera de la puerta—
La gente del palacio imperial ha llegado, dicen que el Emperador Chu está a
punto de llegar.
—Voy a echar un vistazo, tú sigue
durmiendo un rato más —Zhao
Yue le acomodó bien las mantas.
Wen Liunian dejó caer los párpados,
asintiendo somnoliento. Finalmente empezaba a sentir algo de sueño.
Zhao Yue se dio la vuelta y se bajó
de la cama.
Aproximadamente después de una taza
de té, Chu Yuan efectivamente llegó disfrazado a la residencia Wen, con ojeras
evidentes, lo que claramente indicaba que no había descansado bien.
—Su Majestad —dijo Zhao Yue.
—Yo sé por qué el gran jefe Zhao está
preocupado —Chu Yuan movió la mano— Después de que Xiao Jin me molestó
toda la noche por esto, déjame estar en paz un momento.
Zhao Yue ordenó a los sirvientes que
prepararan el té.
—Su Majestad —el eunuco Sixi entró corriendo— Su Alteza Real Noveno Príncipe ha
venido de nuevo.
El rostro de Chu Yuan de repente se
puso pálido.
—¿Dónde está el líder de la Alianza Shen?
—No está, solo está el Noveno
Príncipe —respondió Sixi.
—¿Y mi querido funcionario Wen? —preguntó nuevamente Chu Yuan.
—Descansando en el dormitorio —respondió Zhao Yue— Anoche se resfrió, así que no puede
recibir a Su Majestad.
Los dos ayudantes no están, y Chu
Yuan sentía que nunca se había sentido tan agotado emocionalmente.
La energía oscura y maligna de Ye
Jin irrumpió en el pequeño patio.
Antes de que él abriera la boca, Chu
Yuan ya estaba exhausto:
—Está bien, tienes mi permiso…
«De lo contrario, si esto sigue así,
realmente no podré soportarlo».
Ye Jin aún no había puesto un pie
dentro, pero al escuchar eso, se dio la vuelta y salió de nuevo.
«Voy a empacar mis maletas».
Zhao Yue: “…”
—El gran jefe también lo vio —dijo Chu Yuan con resignación— si realmente hay peligro, no podría
permitir que Xiao Jin fuera.
—Pero Lord Ye está protegido por el
líder de la alianza Shen —dijo Zhao Yue.
—Lord Wen también tiene a la gente
del Palacio Perseguidor de las Sombras a su lado. Si el gran jefe aún no se
siente seguro, los guardias secretos imperiales también pueden proteger a su
amado sin separarse ni un instante —dijo
Chu Yuan— Además, tengo un as bajo la manga
contra Duan Baiyue, él no se atreverá a actuar imprudentemente. Lord Wen es el
pilar de nuestro Gran Reino de Chu. No hablemos de un Duan Baiyue, ni siquiera
de diez u ocho, juntos no se comparan. Yo solo me preocuparé más por su
seguridad que nadie más.
Zhao Yue dudó por un momento, pero
finalmente asintió y aceptó.
—Está bien.