Capítulo 2: Salida.
Lu
Zhui: “…”
Un hombre cayó del cielo y el vendedor ambulante obviamente
se sorprendió. Como tenía una expresión feroz en su rostro y él no se atrevió a
hacerle ninguna pregunta. Solo vislumbró con su visión periférica que se
dirigía apresuradamente hacia el norte, probablemente tenía prisa por
encontrarse con algunas personas.
La tienda de arroz y aceite de Dahshang es un
pequeño taller con una tienda delante y un molino de aceite detrás, lleno de
aroma a sésamo durante todo el año. En ese momento, ya era tarde y el anciano de
la tienda, cuya pierna izquierda parecía un poco coja, estaba a punto de bajar
los paneles para cerrar la puerta.
—Espere un minuto —dijo Xiao Lan.
El
anciano giró la cabeza para mirarle y sonrió:
—Hermanito
¿quieres comprar aceite?
Xiao
Lan dudó un momento y asintió:
—Sí.
—Espere
—el anciano entró y en poco tiempo sacó un frasco de fragante aceite de sésamo—.
Es el último, así que te haré una oferta.
—¿Es
usted… el dueño de esta tienda? —preguntó Xiao Lan.
—¿Yo?
Yo no soy el dueño —dijo el anciano—. Anteayer el dueño se llevó a su esposa
fuera de la ciudad, y me contrataron para cuidar la tienda.
—¿Sabes
a dónde fueron? —Xiao Lan preguntó de nuevo.
—A
la ciudad Huishuang —respondió el anciano.
La
cara de Xiao Lan cambió ligeramente
—¿Ciudad
Huishuang?
—Sí.
—El viejo colocó el último panel de la puerta y aconsejó—, será mejor que el
hermanito vuelva rápido, mirando al cielo parece que va a llover, yo también me
tengo que ir.
Xiao
Lan estaba sumido en mil pensamientos, permaneció inmóvil durante mucho tiempo,
hasta que un estallido de truenos llegó desde el cielo, sólo entonces volvió en
sí.
—¡Aiyoo!
¿no es usted el pariente de Lord Lu? —Una casamentera asomó la cabeza fuera de
su sedán y le sonrió—. ¿Por qué sigues aquí parado? Lord Lu ha preparado una
mesa llena de comida y está esperando a que vuelvas para cenar.
Xiao
Lan: “…”
Lu
Zhui se colocó frente al espejo, se tocó la venda del cuello y se subió un poco
más el collarín de su túnica.
Xiao
Lan apareció silenciosamente detrás de él como un fantasma.
—¿La
has visto? —preguntó Lu Zhui con calma.
—Se
fue a la ciudad Huishuang —dijo Xiao Lan.
—Ciudad Huishuang —Lu Zhui suspiró—. Ya veo.
—¿Quién
es la persona que se casó con ella?
—La
gente de la ciudad le llama el “cojo” Li —dijo Lu Zhui—. También es un extranjero
que llegó a Wang Cheng unos años antes que la dama Tao.
La
cara de Xiao Lan cambió de repente:
—¿Cojo?
Lu
Zhui asintió vacilante.
—¿Hay
algún problema?
—Lo acabo de conocer —Xiao Lan apretó los dientes—,
pero me dijo que era solo un empleado. También dijo que el dueño y su esposa ya
se habían ido a la ciudad Huishuang.
Lu
Zhui se sorprendió un poco:
—¿Es
posible que te conozca?
El
fondo de los ojos de Xiao Lan estaba teñido de tinta.
Volvió
a la tienda de arroz y aceite del norte de la ciudad y encontró la casa del dueño.
La puerta del pequeño patio estaba cerrada, las cenizas de la cocina aún
estaban calientes y había verduras y carne a medio cortar sobre la mesa, pero
no encontró a nadie allí.
Xiao
Lan abrió la puerta de la casa de un manotazo y le saludó una explosión de
fragancia floral con una dulzura familiar capaz de quitarle toda la consciencia
en cuestión de instantes.
El
cojo Li salió de entre las sombras y atrapó su cuerpo inmóvil.
—Ponlo
en la cama. —De las sombras salió lentamente una mujer, vestida con una falda
de brocado de peonía, envuelta en seda, sostenía su sedoso cabello con una exquisita
horquilla dorada y ataviada con muchas joyas y brazaletes de jade. Tenía los ojos
de fénix y los labios maquillados de escarlata, dejando atrás la apariencia
simple de la esposa del dueño de la tienda de arroz y aceite.
El
cojo Li asintió y ayudó a Xiao Lan a entrar en el dormitorio. Al ver a la mujer
sentada en el borde de la cama sin moverse, tuvo que hablar en voz baja para
recordarle:
—Dama
Tao, el efecto de este incienso no durará mucho.
Tao
Yu'er acarició suavemente un lado del rostro de Xiao Lan.
—Has
crecido tanto.
—Deberíamos
irnos —dijo el viejo cojo Li.
La
dama Tao se levantó, se dirigió a la puerta y volvió a mirar hacia atrás.
—Si
la dama Tao realmente no está dispuesta a renunciar...
—Olvídalo.
—Tao Yu'er le interrumpió—. Después de todos estos años, da igual. Vámonos.
El cojo Li suspiró para sus adentros y desafió la
lluvia para traer el carruaje desde el patio trasero. Usó piedras para
construir un puente en el agua en el patio y la ayudó a subir al carruaje.
Lu Zhui sostuvo un paraguas de papel engrasado y
observó cómo el carruaje se alejaba en la oscuridad. Supuso que ya había salido
de la ciudad, así que abrió la puerta y entró al pequeño patio.
La
fragancia de las flores del dormitorio se había dispersado en su mayor parte,
pero Xiao Lan seguía inconsciente en la cama.
Lu
Zhui sacó del bolsillo una botella de porcelana blanca, la abrió y se la acercó
a la nariz.
Una
frialdad se le subió a la cabeza y, cuando Xiao Lan abrió los ojos, se sintió
mareado y adolorido, como si se hubiera tomado una droga.
—¿Quieres
agua? —preguntó Lu Zhui.
Xiao
Lan apenas consiguió incorporarse.
—El
cojo Li ya ha dejado la ciudad con la dama Tao —dijo Lu Zhui—. ¿Quieres perseguirla?
Pensando
en lo sucedido hace un momento, Xiao Lan se recostó pesadamente y mirando hacia
la parte superior de la cama dijo:
—Según
los métodos de mi madre, ¿crees que seré capaz de alcanzarla?
Lu
Chui se sirvió una taza de té caliente, y bebió lentamente:
—Al
menos la dama Tao pensó en verte.
—Lo sabes todo —dijo Xiao Lan con desdén.
—Es verdad —dijo Lu Zhui—. Esta tienda de aceite y arroz
es muy pequeña y la dama Tao generalmente usa ropa sencilla, pero hace un
momento la vi subir al carruaje en la oscuridad, con brocados y horquillas
doradas, extremadamente hermosa y lujosa, exactamente igual que antes, si no
quiero verte, ¿por qué se vistió así?
Xiao Lan permaneció en silencio durante mucho
tiempo.
La
lluvia y el viento habían cesado en el exterior, y Lu Zhui se levantó y regresó
a su restaurante Shanhaiju.
Al
verle entrar, el pequeño asistente respiró por fin aliviado y dijo en voz baja:
—No
se preocupe, el gran dueño Zhao no ha venido.
—Gracias
—le agradeció Lu Zhui con una sonrisa.
El
asistente le sirvió una taza de té caliente y volvió a atender a los clientes,
pero en el fondo no podía evitar preguntarse qué iba a hacer esta vez y por qué
tenía que ocultárselo al gran dueño Zhao.
A
las tres de la madrugada.
—Oye tú, ven conmigo a la ciudad Huishuang —dijo Xiao
Lan fríamente.
Lu
Zhui se incorporó de la cama.
Xiao
Lan le miraba fijamente en la oscuridad.
—Está bien —dijo Lu Zhui.
A la mañana siguiente, un grupo de casamenteros
llegó a la puerta a tiempo, charlando y riendo, comiendo semillas de melón y
preparándose para interceptar al segundo dueño Lu. Esperaron hasta el mediodía,
pero no vieron a nadie.
—El segundo dueño no está aquí, se fue de viaje muy
lejos —dijo el pequeño asistente.
“Siempre sales con misma excusa”
Los casamenteros simplemente fingieron no escucharlo.
El corazón del asistente se sentía muy amargo, esta
vez realmente no estaba allí.
—Has llegado gran dueño Zhao. —Alguien en el
vestíbulo le saludó.
El asistente se limpió las manos a toda prisa, sacó
una carta del mostrador y se la entregó.
—¿A dónde fue? —preguntó Zhao Yue.
El asistente negó con la cabeza:
—El segundo dueño no me dijo nada.
Eran sólo unas pocas líneas, pero después de
leerlas, los ojos de Zhao Yue se pusieron un poco sombríos.
En cursiva, los caracteres eran tan pequeños que
los casamenteros apenas podían estirar el cuello un palmo sin poder leer lo que
estaba escrito, pero una cosa es cierta: no debe de ser un buen lugar, si no,
¿por qué tendría el gran dueño Zhao esa expresión tan feroz?
Por la tarde, corrió la noticia por la ciudad de
que la viuda que vendía tofu parecía haber desaparecido.
Todas las casamenteras tomaron una bocanada de aire
frío, ‘¿no puede ser que Lord Lu se haya fugado con ella?’
Sin embargo, al cabo de un tiempo, algunas personas
dijeron que la viuda seguía viva y que había caído accidentalmente en un pozo
cuando paseaba por la noche, y se desmayó hasta que por la tarde la
encontraron.
El pequeño asistente: “…”
Mientras limpiaba las mesas y escuchaba la charla
de los comensales, el asistente estaba un poco avergonzado, pero también un
poco preocupado. Esta vez, el segundo dueño Lu se ha encontrado con un montón
de problemas, y no sabe si se podrán resolver pacíficamente y sin ningún
inconveniente.
ee
La Ciudad Huishuang está al sur Jiangnan, a miles
de kilómetros de la capital imperial, el camino más rápido es por agua.
Más de un mes después, Xiao Lan y Lu Zhui
aparecieron en la ciudad Jinshui, con la intención de tomar un barco mercante y
viajar a Jiangnan a través del canal.
El segundo dueño Lu pidió una gran mesa llena de
comida en el restaurante.
—¿Quieres invitar a alguien más a comer? —Xiao Lan
preguntó.
—Habiendo
caído en tus manos, no creo que viva demasiado, así que naturalmente no puedo
tratarme mal.
—Eres
consciente de ti mismo —dijo Xiao Lan.
—No tengo muchas ventajas —Lu Zhui continuó
comiendo la comida—. Esta es apenas una de ellas.
Xiao Lan llenó la copa de vino y se lo bebió todo
de un trago.
La vía fluvial era muy concurrida y, aunque hay
muchos barcos mercantes que van de norte a sur, hay más clientes y tienen que
hacer cola.
En
el muelle, el dueño del barco levantó la caja registradora y dijo:
—Por
desgracia, sólo me queda el último camarote en este barco, ¿por qué no esperáis
tres días más? Esperad al próximo barco...
—No es necesario —lo interrumpió Xiao Lan—. Sólo necesitamos
una habitación.
El dueño del barco miró a Lu Zhui y vio que no
parecía tener ninguna objeción, así que sonrió y dijo:
—Está bien, es más barato para ustedes dos, por
favor vengan aquí.
Este
barco mercante es muy grande, el dueño condujo a los dos hasta encontrar el
camarote, les dio la llave y se fue a hacer otra cosa. El barco se balanceaba
ligeramente, y ya había empezado a avanzar lentamente.
Lu
Zhui abrió la puerta del camarote y dijo:
—Descansemos
un rato primero.
La
luz era tenue y el rostro de Xiao Lan se puso rígido al mirar la cama de tablas
duras en la que sólo cabía una persona en el reducido espacio.
—Dormiré en el suelo —dijo Lu Zhui.
—Bien.
Lu Zhui: “…”
—Solo estoy siendo educado —dijo Lu Zhui.
—Como
no vivirás mucho tiempo, da igual dónde duermas. —Xiao Lan puso su bolsa sobre
la mesa y le dijo eso como si nada.
Lu
Zhui se levantó para salir, pero fue sujetado del brazo por Xiao Lan.
—El
barco ya ha zarpado, ¿aún tienes miedo de que salte al río y me suicide? —Lu
Zhui retiró la mano—. Iré a preguntar al dueño si aún puede conseguirme una
habitación para invitados.
La
cubierta bullía de gente. Lu Zhui miró a su alrededor, pero no encontró al
dueño del barco. No se dio cuenta que una señora metió un fragante pañuelo en
sus brazos.
Xiao
Lan: “…”
—Vamos
a echar un vistazo a la parte de atrás —dijo Lu Zhui.
—Espera.
—Xiao Lan frunció el ceño.
—¿Qué pasa? —Lu Zhui siguió su mirada y vio a dos hombres
con sombreros de bambú parados entre la multitud, uno alto y gordo, el otro
bajo y delgado. El contraste era particularmente obvio cuando estaban juntos.
Xiao Lan rápidamente lo llevó a la oscuridad.
—¿Los conoces?
Xiao
Lan asintió:
—Pertenecen
a la pandilla Eagle Claw.
—¿Por
qué vinieron hasta aquí? —Lu Zhui estaba confundido.
—Este
barco navega hacia la ciudad Huishuang —dijo Xiao Lan.
—Pero
la ciudad Huishuang ha estado en tranquilidad durante muchos años, ¿qué podemos
encontrar allí ahora? —Lu Zhui estaba desconcertado.
Xiao
Lan lo miró:
—Si
no se puede encontrar nada, ¿por qué mi madre fue allí otra vez?