•❥ ❥• Capítulo 170: Torre Baiyu •❥ ❥•
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¿Por qué quieres ponerte en
cuclillas afuera con un traje de noche y comer dulces en invierno?
Como Shen Qianfeng y su grupo se
alojaban en la casa, Liu Zhenwei se contuvo un poco. Aunque seguía decidido a
casarse con Xiao Lingzi, ya no tenía tanta prisa por celebrar la boda.
Simplemente le buscó una vivienda tranquila en el patio trasero para que ella
se instalara.
Era medianoche, y todos los miembros
de la banda Pinglang ya estaban dormidos. Reinaba un silencio absoluto por los
alrededores. Ye Jin hizo a un lado el edredón y se sentó, luego extendió la
mano y pellizcó la nariz del hombre a su lado:
—¡Despierta!
—¿Tuviste una pesadilla? —Shen
Qianfeng lo atrajo hacia su pecho—. Te vas a resfriar.
—Quiero salir a echar un vistazo
—dijo Ye Jin, apoyando la cabeza sobre su pecho.
—¿Ahora? —frunció el ceño Shen
Qianfeng—. ¿A ver qué?
—A Xiao Lingzi —respondió Ye Jin.
—¿A Xiao Lingzi? —Shen Qianfeng negó
con la cabeza—. Con Liu Zhenwei ahí, aunque ella tuviera otras intenciones, no
estaría vagando por ahí en plena madrugada.
—¿Vamos o no? —Ye Jin le sujetó la
barbilla y entrecerró los ojos.
Shen Qianfeng: “…”
—Vamos.
La llovizna seguía cayendo del
cielo, y todo a su alrededor era oscuridad. Shen Qianfeng envolvió a Ye Jin en
su capa y lo llevó directamente a la residencia de Xiao Lingzi en el patio
trasero. Pensaba que dentro del cuarto hallarían aromas embriagadores y escenas
íntimas, pero al escuchar tras la ventana por un buen rato… todo estaba en
absoluto silencio.
Ye Jin se agachó, apoyando el rostro
sobre sus manos, mirando a Shen Qianfeng con una expresión sorprendentemente
dócil.
Shen Qianfeng se inclinó y le dio un
beso en la comisura de los labios.
Ye Jin: “…”
—¡Shhh! —le indicó Shen Qianfeng en
silencio, haciendo un gesto con la mano. Luego lo llevó, ágil y sin hacer
ruido, hacia un escondite fuera del patio. Shen pensó que este pequeño gato
salvaje se iba a enfurecer, pero Ye Jin solo se limpió la boca con una manga,
levantó la cabeza con aire orgulloso y siguió caminando por su cuenta. Tenía las
orejas ligeramente enrojecidas.
«No tengo muchas ganas de otro beso».
—Hay solo una persona dentro —dijo
Shen Qianfeng.
—¿Una sola? —Ye Jin se giró de
inmediato.
—Solo Liu Zhenwei —confirmó Shen
Qianfeng—. No hay rastro de otro ser.
—¿Entonces a dónde fue Xiao Lingzi?
—frunció el ceño Ye Jin.
—No sé cuán habilidoso sea Liu
Zhenwei, pero su respiración, dormido está demasiado tranquila… sin una pizca
de alerta —reflexionó Shen Qianfeng.
—¿Xiao Lingzi lo drogó? —reaccionó
Ye Jin—. Si ha hecho todo este esfuerzo para infiltrarse en la banda Pinglang y
aún se aventura en plena madrugada… ¿qué estará planeando?
—Sí que sabe armar revuelo —dijo
Shen Qianfeng—. No es raro que vuelva loco a la líder de la secta Tianya.
La banda Pinglang no es pequeña, y
buscar a una chica bajo una noche de luna oculta y viento agitado no era tarea
fácil. Así que volvieron a la residencia de Xiao Lingzi. Después de
aproximadamente una hora, apareció una figura diminuta que, como un gato negro,
trepó el muro y se deslizó dentro del cuarto.
—Su habilidad marcial es promedio
—observó Shen Qianfeng—. Pero el valor que tiene no es pequeño.
—Volvamos —dijo Ye Jin—. Si no ha
logrado lo que busca, no se rendirá así como así. Volveremos mañana por la
noche.
Shen Qianfeng asintió y lo acompañó
de regreso a su habitación.
—¡Apchís! —estornudó Ye Jin.
—La ropa está empapada —dijo Shen
Qianfeng, mientras tomaba la mano de Ye Jin y le daba calor. Ordenó a los
sirvientes que trajeran agua caliente. Después de un baño y algo de medicina,
finalmente lo metió bajo las mantas—. Duerme bien.
Ye Jin bostezó, tomó la manga de su
ropa y cerró los ojos medio dormido.
Shen Qianfeng sonrió levemente y se
acostó a su lado para acompañarlo.
A la mañana siguiente, Wen Liunian
salió de la cama, se estiró feliz y fue alegremente a desayunar.
—¡Su Excelencia! —los guardianes
oscuros y Wuying estaban haciendo ruido, peleando por los fideos de arroz en el
comedor.
—¿Y Shen Qianfeng? —preguntó Wen
Liunian mientras tomaba despreocupadamente una taza de gachas.
—Aún no se han levantado —respondió
uno de los guardianes oscuros—. La gente de cocina dijo que justo antes del
amanecer, el líder de la Alinza Shen pidió agua caliente…
Todos comprendieron al instante: «Agua
caliente… claro, claro…»
Un poco después, otro sirviente fue
a la cocina con instrucciones: Ye Jin tenía fiebre, había que preparar gachas
de pescado suaves y fáciles de tragar. La señora mientras picaba carne pensaba:
«Por supuesto que tiene fiebre, ¡miren la hora en que pidieron agua caliente
anoche!»
«Ese líder Shen… no tiene idea de
cómo cuidar a la gente».
—¡SHEN! ¡QIAN! ¡FENG! —gritó Ye Jin
desde la cama, con una toalla sobre la cabeza, mientras daba patadas a las
mantas.
—¡Portarte bien! —le dijo Shen
Qianfeng mientras lo sujetaba—. ¡Tienes que sudar la fiebre para que se te pase!
Ye Jin lo zarandeó por el cuello de
la ropa. Aunque estaba algo caprichoso, Shen Qianfeng claramente no se lo
tomaba en serio. Lo abrazó largo rato para consolarlo, y cuando vio que estaba
por dormirse, lo acomodó con cuidado y salió de la habitación.
—Líder Shen —Wen Liunian estaba
charlando con los guardianes oscuros cuando lo vio entrar—, ¿cómo está el
médico divino Ye? Tampoco es que pueda ir uno a visitarlo.
—Se resfrió por la lluvia de anoche.
Nada grave —dijo Shen Qianfeng.
Los guardianes oscuros se quedaron
perplejos. «¡¿Anoche estuvieron afuera?! Con lo gruñón que es Lord Ye… que
lo haya aceptado, no es de extrañar que siempre lo nombren en las “Noticias del
Jianghu” como el hombre más virtuoso y amable. Claramente justificado».
—Anoche fuimos a la residencia de
Xiao Lingzi —continuó Shen Qianfeng.
Las fantasías galopantes en las
mentes de los guardianes oscuros se frenaron al instante. «¡Ah! Era una
misión de investigación nocturna».
«No pensamos nada raro. Somo absolutamente
puros».
—¿Y encontraron algo? —preguntó Wen
Liunian ansioso.
—Sí —asintió Shen Qianfeng,
resumiendo lo que habían visto.
—Sabía que ahí había gato encerrado
—comentó Wen Liunian—. Realmente les agradezco el esfuerzo.
—Esta noche enviaremos a alguien a
vigilar de nuevo —añadió Shen Qianfeng—. A ver qué está tramando realmente.
Wen Liunian se acarició la barbilla,
con una chispa de curiosidad en sus ojos.
Shen Qianfeng sonrió.
—Lord Wen, venga con nosotros. La
gente de la banda Pinglang no parece especialmente hábil.
Wen Liunian asintió con entusiasmo.
«Magnífico, magnífico».
***
Al caer la noche, un guardia oscuro
dijo en el patio:
—Su Excelencia.
—Ya voy —respondió Wen Liunian
apresurado, ajustándose el cinturón y saliendo por la puerta.
Guardianes oscuros: “…”
Wuying: “…”
Wen Liunian apareció vestido con un
traje de noche completamente nuevo, firme y digno, de pie en la entrada.
Después de un momento, Wuying
comentó con dificultad:
—Su Excelencia… ¿de dónde sacó esa
ropa?
—La mandé a hacer con el sastre Liu,
en Wang Cheng, por si acaso —respondió Wen Liunian.
—Aunque no hacía falta tanta…
solemnidad. Y además hace frío —replicó Wuying.
—Ya que me la puse, pues me la quedo
—dijo Wen Liunian, reacio a quitársela. No todos los días se tiene una ocasión
así.
El guardia oscuro solo pudo llevarlo
hasta el muro y ayudarle a trepar, pensando para sus adentros: «Lord Wen
parece haber engordado… El líder Shen tendrá buena fortuna.»
—¿Nos quedamos vigilando aquí? —Wen
Liunian se acomodó en una rama—. ¿Y si ella sale por otro sitio?
—Hay sirvientes vigilando por detrás
—dijo el guardia oscuro—. No se preocupe, si Xiao Lingzi se mueve, lo sabremos.
Aliviado, Wen Liunian sacó una
bolsita de caramelos. Después de todo, no había mucho más que hacer.
—Ahí está —avisó Wuying.
Xiao Lingzi, ágil como el día
anterior, trepó el muro y corrió hacia un bosque cercano. Todos la siguieron de
cerca; Wen Liunian contuvo la respiración, con el rostro tenso. Atravesaron el
bosque y rodearon varias casas, hasta llegar ante una torre.
—Parece que lleva mucho tiempo
abandonada —dijo el guardia oscuro, frunciendo el ceño—. ¿Qué viene a hacer
aquí?
—Torre Baiyu —leyó Wen Liunian a
duras penas, gracias a la luz de las estrellas—. ¿Qué nombre tan raro?
—Entraré a echar un vistazo —dijo
Wuying.
—Ten mucho cuidado —le advirtió Wen
Liunian.
Wuying asintió y saltó al segundo
piso de la torre, cruzó la barandilla y afinó los sentidos. Pronto encontró a
Xiao Lingzi, escondida en una habitación. Sostenía una vela amarillenta,
registrando los cajones uno por uno, con expresión ansiosa, como si buscara
algo importante.
Pasado un rato, ya había revisado
todo sin resultados. Como aún había tiempo, decidió subir otro piso para seguir
buscando.
Wuying la seguía discretamente, pero
sentía algo extraño. En teoría, esa torre debería estar bien sellada, pero a lo
largo del trayecto… había una extraña corriente helada que parecía rozarle la
nuca.
Justo cuando Xiao Lingzi iba a
empujar una puerta, Wuying detectó un tenue resplandor por el rabillo del ojo.
Alarmado, se lanzó como un leopardo y la empujó.
Xiao Lingzi, sorprendida por el
ataque, sacó una daga y la lanzó de inmediato.
—¡No soy de la familia Liu! —exclamó
Wuying mientras la sujetaba y le tapaba la boca—. ¡Silencio! ¡Esta torre tiene
trampas!
Xiao Lingzi asintió con miedo, sin
emitir más que unos leves sonidos.
—Mira —dijo Wuying, soltándola
mientras encendía una cerilla y apuntaba hacia arriba. En ambos lados del
techo, había una gran cantidad de pequeños orificios; desde dentro brillaban
levemente. Claramente, eran mecanismos ocultos para disparar flechas.
Xiao Lingzi se quedó pálida, con el
sudor frío recorriéndole la espalda.
—Tienes suerte, en el piso de abajo
no había nada —comentó Wuying.
—¿Quién eres tú en realidad?
—preguntó Xiao Lingzi con cautela—. ¿Eres el líder Shen?
—No soy el líder de la Alianza de Artes
Marciales Shen —respondió Wuying con desdén. Ya que lo habían descubierto y
aquel lugar era demasiado peligroso, decidió llevarla fuera directamente.
Wen Liunian, viendo la escena, se
apresuró a guardar sus caramelos de maní.
—¿Por qué la sacaste? —preguntó uno
de los guardianes oscuros, sorprendido—. Se suponía que solo la seguirías en
secreto.
—No había opción. Si no intervenía,
la atravesaban como a un colador —dijo Wuying haciendo una mueca—. Estaba lleno
de trampas ahí dentro.
—¿Eres hijo de Haihua Niang? —Xiao
Lingzi miró a Wen Liunian con suspicacia. Le resultaba familiar, como alguien
que había visto en una pintura en la Torre Tianya.
Wen Liunian rápidamente se subió la
bufanda que cubría el rostro. Se le había olvidado completamente.
Los guardianes oscuros: “…”
—¿Por qué me siguen? —preguntó Xiao
Lingzi.
Wen Liunian solo dejó ver sus ojos,
luciendo inocente.
—¿Qué planean ustedes? —Xiao Lingzi
estaba claramente irritada. Si esto se prolongaba más, pronto amanecería.
—La banda Pinglang no está formado
por buenas personas —pensó Wen Liunian unos segundos—. No deberías casarte con
ellos.
—No planeo hacerlo —dijo Xiao
Lingzi, mirando de nuevo a Wuying—. No quiero perjudicar a nadie. Solo les pido
que no cuenten lo que pasó.
—Está bien —asintió Wuying.
—Entonces volveré —dijo Xiao Lingzi
y salió corriendo.
—Señorita —Wen Liunian se quitó la
bufanda—. ¿Y si hacemos un trato?
—¡No! —respondió ella sin detener el
paso.
Wen Liunian corrió detrás de
ella:
—¡Entonces voy a contar lo que pasó!
Xiao Lingzi: “…”
Wen Liunian, jadeando:
—Podemos ayudarte a buscar lo que
sea que estás buscando.
—¿Sabes lo que busco? —preguntó
ella, sorprendida, deteniéndose.
Wen Liunian sacudió la cabeza con
total honestidad:
—No, ni idea.
Con sus palabras sin sentido,
vestido con ropa de noche en pleno frío y comiendo dulces frente a una torre
desierta, claramente sin saber artes marciales… Xiao Lingzi no pudo evitar
preguntarse si este hombre… ¿tenía algún problema mental?
